En pocas palabras, bien podríamos estar refiriéndonos al devastador temporal que azotó la semana pasada, a la Ciudad de Buenos Aires y al conurbano bonaerense. Sin perder de vista los distintos percances que el feroz tornado causó en muchos de nuestros compañeros, con todo el respeto que la indeseable situación conlleva, es ineludible-al menos a través de un mero juego de palabras- comparar lo que la propia naturaleza destruyó en minutos, con la masiva y alevosa destrucción de nuestros puestos de trabajo. Una aniquilación de la que por supuesto fuimos responsables y hasta cómplices si se quiere, por permitir que avanzara vertiginosamente y a pasos agigantados. Motorizada, a partir de la desidia y la connivencia de una cúpula dirigencial de la Unión Ferroviaria tan nefasta como bastarda a la vez, que echó por tierra décadas enteras de luchas y conquistas, que fueron no solo nuestro emblema, sino también el de la historia misma del sindicalismo argentino.
En la actualidad nada cambió ni mucho menos. Estas políticas espurias no solo continúan inmóviles, sino que se profundizaron aún más todavía. Basta con citar lo que ocurre a diario en el Sarmiento, para corroborar que los únicos que se modificaron fueron los ejecutantes, quienes viven rasgándose las vestiduras, vanagloriándose como "combativos". Pero en los hechos, demostraron sin tapujos ser unos fieles servidores de la patronal, que no han cesado ni un instante en vulnerar especialidades a granel, entregándolas a cambio de distinto tipo de beneficios o prebendas para sus partidarios o aduladores.
Como se explica sino, que tanto los depósitos de Castelar o Haedo no tengan ni siquiera lo indispensable, en cuanto a materiales y herramientas imprescindibles, para que los compañeros que allí desarrollan tareas puedan reparar las formaciones, y estas puedan circular al menos, con las normas mínimas de seguridad requeridas. Mientras tanto, quienes encabezan la Comisión de Reclamos y el Cuerpo de Delegados de la línea, se florean por los distintos medios de comunicación, justificándose con la existencia de numerosas denuncias previas que ellos mismos dicen haber realizado ante los organismos competentes, luego de la previsible y no menos vergonzoza tragedia de Once de la que también fueron responsables por su complicidad con la patronal y con el propio gobierno de turno, a través de la Secretaría de Transporte. Porque si no fueron o son "socios" de Cirigliano, como se entiende entonces que los compañeros de Material Rodante, continúen hasta la fecha "cumpliendo" tareas-aún con la empresa intervenida-en un estado de precarización laboral alarmante, sin siquiera intentar "amenazar" con llevar a cabo una asamblea y mucho menos alguna medida extrema.
Lo que ocurre con los compañeros de Evasión, no deja de ser menos preocupante. Los compañeros de la especialidad, con el aval de un supuesto "acta-acuerdo", suscripto entre el Cuerpo de Delegados, la Intervención y TBA, dejaron de realizar sus actividades, paralizando por completo su sector, debido a las constantes agresiones que sufren de parte de algunos pasajeros, que se incrementaron luego del trágico accidente de Once. A través de una circular aclaratoria del propio interventor de la empresa, la actividad tiende a volver a aproximarse a la habitual, pero no se puede dejar pasar por alto el riesgo al que fueron sometidos los compañeros quienes hasta pudieron ver amenazada su fuente laboral, en otro desatino de los tantos-que en mayor o menor medida ocurren también en el resto de las especialidades-a los que nos tienen acostumbrados estos mequetrefes disfrazados de delegados.
Por todo lo expresado líneas arriba, y por muchas otras cosas que por una cuestión de espacio no hemos podido desarrollar como pretendíamos, llegó la hora como se dice vulgarmente de ponernos los pantalones largos. Esto significa que entre todos debemos involucrarnos un poco más, tomando real conciencia de la complejidad de las distintas dificultades que se nos presentan a diario en nuestros lugares de trabajo.
Basta de negociados y arreglos turbios a espaldas de los trabajadores, hagamos cumplir lo oportunamente firmado y actuado en el CCT (Convenio Colectivo de Trabajo) exigiendo que se cumplan con los procedimientos orgánicos expresados para tal efecto en el estatuto de la Unión Ferroviaria.
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